El Brasas: creatividad para convertir las verduras en un fenómeno viral
Sin categoría Entrevistas Alumni BCC
19-10-2023
¿Puede algo tan, en principio, poco glamuroso como las verduras convertirse en foco de interés masivo en las redes sociales? El chef Christopher Wilson, también conocido como El Brasas, lo ha logrado a través de su canal de Instagram, dedicado exclusivamente a la cocina plant-based, pulsando e interpretando la nueva sensibilidad hacia los vegetales para dar respuesta a la curiosidad y las inquietudes en torno a este tema de toda una legión de followers, lo que habla de una tendencia hacia una forma de comer más consciente y hacia la transformación de los hábitos alimenticios. A comienzos de este año el canal pasó de contar con 8.000 seguidores a 100.000 en tan solo una semana, después de que uno de sus vídeos alcanzase el millón de visualizaciones. Hoy son más de 350.000. ¿El secreto? Ni él mismo lo sabe, aunque apuesta por una mezcla de honestidad, agilidad, concreción y sencillez. De cualquier modo, lo cierto es que tras más de diez años involucrándose y desarrollando proyectos gastronómicos (de restaurantes a panaderías, de tiendas a experiencias y talleres), este alumno de la segunda promoción de Basque Culinary Center, nacido en Mallorca y criado en Brasil, ha empezado a hacer ruido en la red gracias a contenidos en el fondo nada ruidosos, a base de vegetales y creatividad, donde ofrece de manera fresca, informal y muy directa desde técnicas hasta recetas de muy diversa inspiración y origen, pasando por conocimientos sobre nutrición y todo tipo de tips gastronómicos a través de reels de apenas un minuto que han obtenido la fidelidad de una comunidad que no para de crecer y que también se acerca de este modo a sus cursos online.
¿Por qué decidiste centrar tu Instagram en la cocina plant-based?
Siempre me había interesado la alimentación vegetal, aunque no había sido ni vegetariano ni vegano. Hace unos cuatro años empecé con este Instagram porque me gustaba el tema de la brasa, la aplicación del fuego en el mundo de las verduras, cómo transformaba los productos y les daba un toque especial. Junto con un compañero de BCC, Omar Escarrá, empezamos a jugar con esto en Instagram, pensando que en algún momento abriríamos un espacio dedicado a este tema y con la idea de crear un poco de comunidad. Pero llegó la pandemia, me fui a Brasil, me involucré en otros proyectos y empecé a replantearme cómo me relacionaba con la alimentación y también cómo hacer que mi trabajo tuviese más impacto beneficioso, más allá de desarrollar mejores platos o de buscar una rentabilidad, lo que estaba muy bien, pero me di cuenta de que cada vez estábamos generando más descartes, en lugar de buscar algo más sostenible. Creía que a través de la alimentación vegetal teníamos el poder de aportar un granito de arena para hacer frente a problemas como el calentamiento global.
Entonces recuperas la idea del canal.
Venía un poco desmotivado del mundo de la gastronomía y esta idea de algún modo me hizo conectar interiormente con lo que me gustaría ser, con algo más filosófico. A partir de ahí me llené de ganas de hacerlo. Y además estaba intentando estar un poco más online, dar un salto más hacia lo digital para poder tener un poco más de libertad. Así retomé la idea inicial de las brasas, pero enfocándolo mucho más que al principio hacia lo vegetal. Y ahora la idea era apuntar hacia la formación, la divulgación, construyendo una comunidad a su alrededor. A principios de este año dimos un nuevo paso, enfocándolo desde esta perspectiva y ha tenido una acogida impresionante.
Efectivamente, a partir de febrero se disparan los seguidores de tu canal. ¿A qué crees que responde este salto? ¿Había una estrategia por detrás?
Sí, junto con mi equipo, aplicamos una estrategia de marketing digital que tiene que ver con mucho de lo que aprendimos en BCC: definir tu público objetivo, qué es lo que traes, qué problema existe que quieres solucionar... Pero se trataba de ser muy sincero respecto a lo que sientes que eres y lo que te gustaría ser y conectarlo con la curiosidad, las necesidades e inquietudes de la gente interesada en el mundo vegetal, sean vegetarianos, veganos u omnívoros. También cambiamos la forma de hacer los vídeos: al principio eran más inspiracionales y yo no aparecía en ellos. Pero pensamos que era importante que lo hiciese para personificar el contenido que traía, lo que ha supuesto un cambio importante en cuanto a conectar con la gente. Siempre estamos tratando de crear mejores contenidos, pero esto los hace más auténticos y cercanos.
Pero hay un vídeo que lo dispara todo…
Sí hubo un vídeo en concreto, sobre encurtidos, que nos llevó a un millón de views. De los 8.000 seguidores que teníamos hasta entonces pasamos en una semana a 100.000. Supongo que el tema de los encurtidos enlaza con el mundo de las fermentaciones, que hoy está en muy en auge. Pero es muy difícil saber qué es lo que funciona y lo que no. No puedes garantizar que haciendo tal o cual cosa tu vídeo se vaya a viralizar. Simplemente lo haces lo mejor que puedes. Y no se trata solo de viralizar un vídeo, sino de tener muy claro qué es lo que quieres comunicar y que la gente lo entienda, porque muchas veces llegan a tu perfil pero no se quedan, no te van a seguir porque no conectan con lo que estás subiendo y no se unen a esa comunidad. Pero sí, ese fue un momento clave de cambio.
En tus vídeos hay técnicas, recetas, consejos, información nutricional… ¿Cuál crees que es su fuerza en cuanto a fondo y forma?
Siempre tuve claro que no quería solo comunicar recetas, porque en muchos sentidos son muy limitantes. Me interesa más entender los conceptos, las técnicas y las prácticas que hay por detrás, qué es lo que está pasando en esa receta. De este modo ganas mucha más libertad para adaptarla a tu entorno, a tus condiciones, a tu realidad. Es más empoderante que la gente tenga contacto con la técnica. En cuanto al formato, Instagram es un medio cada vez más ágil, va cada vez más rápido. Tengo la sensación de que lo que produces se olvida y se pierde rápidamente. Antes un video podía durar un minuto, pero ahora quizá son 15 segundos. La gente a lo mejor decide seguir viendo o no tu reel en los dos primeros segundos.
Y comunicar tanta información en tan poco tiempo es muy complicado.
Esto me ha resultado interesante porque yo soy más de alargarme en las explicaciones. Hay todo un proceso de síntesis, de aligerar el contenido y dejarlo bastante fit, porque al final se trata de lanzar tres o cuatro frases en menos de un minuto. Por una parte es positivo, porque das conceptos muy claros y sencillos de manera directa, pero a veces las cosas no terminan de entenderse o las comunicas a medias, como en el caso de un reel que publicamos sobre batch cooking. Era muy directo, pero faltaban cuestiones por explicar porque no había tiempo. Si la gente se queda solo con ese vídeo es difícil llegar a ciertas cosas.
¿Preparas mucho los guiones?
Si lo hacía notaba que perdía mucha naturalidad. Pero al mismo tiempo se trata de encontrar una forma de organizar un poco el contenido para no irme mucho por las ramas. Está muy bien ser espontáneo y creativo, pero cuando dispones de poco tiempo tienes que ir más directo. Cuando dedico más trabajo a investigar la información, procesarla y encontrar la manera más sencilla y directa de comunicarla me es más fácil hacer los vídeos.
¿Cuentas con un equipo o lo haces tú solo?
Somos un equipo de cinco personas. Toda la parte de contenido está a mi cargo. Hay dos amigos más involucrados en el lanzamiento de los cursos y el tema de tráfico y otro a cargo de las ediciones. Mi compañera Júlia se encarga del tema de diseño e imagen y me ayuda mucho a nivel conceptual en cuanto a cómo lo vamos a transmitir. He ido probando muchas cosas y si ves los primeros vídeos se ve una evolución, poco a poco va todo más fluido.
Tu canal de Instagram es también una forma de atraer, como comentas, a la gente hacia vuestros cursos online. ¿Hasta qué punto puedes vivir de esto?
Cuando hicimos este nuevo giro de Instagram, teníamos claro que queríamos apuntar a los infoproductos, el objetivo era impartir formación, dar clase. Personalmente estoy con ello al cien por cien, pero hasta ahora estoy tirando un poco de ahorros. Es como invertir en cualquier otro proyecto: se trata de meter tiempo en esto y mantenerlo lo suficiente como para que en algún momento tenga un retorno de alguna manera. Al fin y al cabo es un trabajo y buscas la forma de rentabilizarlo. Cuando el canal creció, hicimos alguna colaboración con alguna marca y nos estamos planteando hacer más. Pero ese no era el objetivo principal, sino utilizar Instagram como una forma de comunicar y para guiar un poquito hacia el tema de los cursos.
¿Qué tipo de cursos ofrecéis?
Son cursos online que la gente adquiere, alojados en una plataforma que se llama Hotmart. Gran parte del curso está ya grabado y editado para optimizar los cortes y los tiempos y ofrecemos material de apoyo que complementa de forma escrita lo que se trata en las clases. Hay también clases en directo y que son encuentros online con los alumnos, uno al principio, otro a la mitad y otro al final, donde podemos vernos, interactuar, resolver dudas y personalizar mejor las respuestas. Son encuentros muy ricos en los que gente de distintos países trae sus dudas, sus inquietudes y sus ingredientes. Y también voy mejorando las clases, regrabando ciertos episodios y complementando el curso con otras cosas. Abrimos plazas cada dos meses más o menos. El curso principal se llama “Cocina plant-based con El Brasas – Sabor, equilibrio y creatividad”, donde doy en distintos módulos conocimientos generales de técnicas e ideas relacionadas con la cocina con plantas, creación de bebidas vegetales, potenciadores de sabor, nutrición… Y justo ahora estoy trabajando en otro mucho más sencillo y breve, pensado para que sea más económico (el principal cuesta alrededor de 130 euros) y resuelva una temática muy concreta.
Como usuario de Instagram, ¿qué son las cosas que te gustan y las que no te gustan tanto?
Por más que las redes tengan cosas negativas, lo cierto es que nos han empoderado a la hora de comunicar. Una persona, en cualquier lugar del mundo, tiene una idea, la comunica y puede llegar a millones de personas. Hay que tener cuidado y ser críticos o al menos escépticos como consumidores en el sentido de no creernos todo lo que se pone en redes, y entender que son pequeños fragmentos de información que tenemos que contrastar, complementar y desarrollar con otras fuentes. Por lo demás, se trata de que te guste comunicar y que seas creativo en ello, porque vemos que en las redes las cosas se empiezan a repetir mucho. Cuando una receta se viraliza todo el mundo la hace igual. A veces se sube una receta o se habla de un tema (como el de la guerra ahora mismo) simplemente porque es asunto caliente que se va a viralizar. Pero creo que se trata de ser honesto, creativo y transmitir algo que tenga mucha verdad, que sea auténtico y comunicarlo lo mejor que puedas. Hay gente creando contenidos muy currados que a lo mejor no tienen tanta acogida y a veces es difícil entender el porqué.
Dices que no eras vegetariano ni vegano cuando empezaste con esto. ¿Lo eres ahora?
Llevo un tiempo siendo vegano, pero no me gusta ponerme esa etiqueta. Más allá de la alimentación, hay productos que no controlamos del todo en cuanto a su origen animal, como la ropa o los medicamentos. Pero para mí se trata de intentar ejercer el mínimo impacto negativo en el entorno. Dejar de comer y trabajar con productos animales era dejar de lado un montón de conocimiento que yo tenía, pero también me daba la posibilidad de profundizar en una temática en concreto. Nunca me había planteado ser vegano, pero fue algo que vino de manera muy natural y ahora tiene mucho sentido para mí. Cada día comemos tres veces, tenemos tres oportunidades para decidir si queremos tener más o menos impacto. Parece algo ínfimo, pero tiene mucho poder.
El pasado 16 de octubre tuvo lugar en la Universidad de Alicante la VI. edición de la Jornada Carmencita, organizada por la cátedra bajo ese mismo nombre y centrada en la investigación, la divulgación y la formación en el ámbito de la gastronomía. La edición de este año tuvo por título “La ciencia de los sabores: retos y oportunidades”.
BCC Innovation formó parte de este evento con la intervención de Elena Romeo, investigadora y primera doctora en Ciencias Gastronómicas a nivel internacional, quien dio a conocer el trabajo desarrollado en nuestro centro tecnológico, poniendo especial énfasis en los proyectos y metodologías utilizadas en el área de análisis sensorial, equipo del que ella forma parte.
Bajo el título de "La interacción persona-contexto-producto en la percepción y aceptación de productos dulces", Romeo expuso como caso práctico algunas de las investigaciones que desarrolló en su tesis doctoral; tesis que tuvo como objetivo investigar sobre la percepción del azúcar, así como sobre el diseño de las estrategias multimodales para reducir su consumo.
La jornada contó con la participación de Toni Massanés, director general de la Fundación Alicia; Juli Peretó, catedrático de bioquímica y biología molecular de la Universidad de Valencia; y con Carles Tarrasó, gastrónomo y artista y antiguo alumno del grado de Basque Culinary Center.
? SAVE THE DATE! Sensory Hackathon organized by BCC Innovation
Join us for the Sensory Science Hackathon in Donostia-San Sebastián on Nov 25-26, 2023, organized by BCC Innovation under the frame of the European project Seasoned!
Theme: Flavors of the World ?
Open to MSc students, PhD candidates, and young researchers (up to 7 years post-PhD in food science).
Participamos en el primer Congreso Gastronómico de la Real Academia de España en Roma
Innovación
Bajo el título de Nutrire l’incontro, la semana pasada tuvo lugar el Primer Congreso Gastronómico de la Real Academia Española en Roma. Durante los tres días que duró el evento, las personas asistentes tuvieron la oportunidad de reflexionar en torno al papel de la gastronomía como un arte plurisensorial al tiempo que como herramienta potencial para fomentar el progreso hacia modos de vida más saludables y sostenibles.
Desde BCC Innovation estuvimos presentes en este evento, concebido como un foro de intercambios gastronómicos entre España e Italia a través de la estética y en contacto con la biodiversidad.
Así, John Regefalk, chef investigador del área culinaria, formó parte de una mesa redonda titulada Biodiversidad y percepción sensorial: un diálogo entre gastronomía, cultura y convivialidad junto con otros profesionales del mundo de la gastronomía, la cultura y el arte.
Regefalk impartió además un showcooking, teniendo al vegetal como protagonista, y donde combinó técnicas culinarias ancestrales con técnicas contemporáneas. El chef de BCC Innovation elaboró platos tan diversos como un tartar de zanahoria con mayonesa picante, una coliflor con pino y raifort o un cacio e pepe de tallos de calabacín.
Offering support, listening, and helping producers to evolve and thrive
Innovación
Food is diversity, empowerment of small-scale farmers,the importance of connecting professionals and collaborating together and the truth as the fundamental basis for building trust are some of the topics discussed on the round table “Empowering producers to grow: challenges and opportunities” with Celia Tunc, Secretary General at Collège Culinaire de France; Paolo Di Croce, Director General at Slow Food; Branislav Mizenko, Head of Social Programmes at TUI Care Foundation, and Aitor Arregi, chef and owner of Elkano Restaurant. The round table has been moderated by Cinta Lomba, sustainability researcher at BCC Innovation.
María Arrizabalaga, investigadora en el área de salud de BCC Innovation, habla sobre gastronomía saludable en el stand de AgroBank durante Fruit Attraction. Desde una visión multidisciplinar y tomando la gastronomía saludable como base, Arrizabalaga ha dado respuestas a preguntas como ¿cuál es el impacto de los alimentos de origen vegetal en la salud o cómo empoderar a las personas para que se alimenten de manera adecuada?
Javier Campion, investigador del área de salud de BCC Innovation, participó esta semana en Auténtica Premium Food Fest. Bajo el título "La transición alimentaria: la alimentación como la Medicina del futuro", Campion junto a Ricardo Fernández Casal, Director Calidad, Seguridad Alimentaria y Desarrollo Sostenible de Carrefour y Martina Miserachs, CEO Healthia Certification, trataron temas como la nutrición desorganizada y sus consecuencias, la alimentación y sus posibilidades y el impacto que tiene en nosotros. La mesa ha sido moderada por Fernando Martínez López, Director General Eypasa / Revista Alimentaria.
La seducción de Juliette Binoche, una cocina a fuego lento
Sin categoría actualidad Culinary Zinema
28-9-2023
La sección Culinary Zinema del Festival de Cine de San Sebastián se viste de gala en 2023 para recibir en su última sesión a una de las películas más esperadas del año, La passion de Dodin Bouffant (cuyo título en España será A fuego lento), dirigida por el franco-vietnamita Tran Anh Hung, quien obtuvo por este trabajo el premio a la mejor dirección en el pasado Festival de Cannes, y protagonizada en sus principales papeles por Juliette Binoche y Benoît Magimel.
Adaptación libre de la novela La vie et la passion de Dodin Bouffant, gourmet, de Marcel Rouf, publicada en 1924, el film se sitúa a finales del siglo XIX para contar la historia de la cocinera Eugénie (Binoche), que ha trabajado para el famoso gourmet Dodin (Magimel) durante 20 años en los que la práctica de la cocina ha ido transformando la relación entre ambos en algo que va más allá de la creación de platos únicos. Sin embargo, Eugénie, celosa de su independencia y su libertad, nunca ha querido casarse con Dodin, quien decide hacer algo que nunca ha hecho antes: cocinar para ella. La comida es su último recurso, su forma de expresar algo que las palabras no alcanzan a decir.
La propia premisa de una película que plantea paralelismos entre el arte de cocinar y el de amar podría servir como descripción del estilo de Tran Anh Hung, cineasta que en títulos como El olor de la papaya verde (Mùi du du xanh, 1993) o Pleno verano (Á la verticale de l’été, 2000) ha huido de las narraciones convencionales, practicando un cine que apuesta por lo sensorial por encima de la palabra, por transmitir sensaciones y emociones que trascienden la trama y van más allá de lo que el ojo es capaz de ver en pantalla. El propio director afirmaba en la rueda de prensa posterior al estreno del film en Cannes que más que a ilustrar una historia de un modo más o menos estético a base de “postales” de época, aspiraba a “crear algo así como un animal que se mueve en la jungla, una emoción que proviene exclusivamente del propio arte del cine”.
Y en este caso el catalizador de la emoción es la cocina, considerada como medio de seducción, como muestra de amor hacia la persona para la que se cocina, pero también hacia los propios ingredientes y hacia las destrezas de un oficio cuyos sonidos constituyen la única banda sonora de la película. “Las imágenes aportan la belleza, pero el sonido es el sabor de esas imágenes. Por eso prescindimos de la música. Bastaba con sonido de los utensilios, de los ingredientes, de la naturaleza para hacerlo todo muy expresivo”, apuntaba el director.
Hung abre en su película un espacio de silencio para que reinen en él los sonidos que salen de sartenes y ollas, pero también los de la precisión, los del trabajo concentrado, los del estado de flujo que proporciona la cocina cuando se practica a conciencia, con el fin de hacer sentir al espectador lo que los personajes están experimentando en pantalla, acercarse al máximo al imposible de transmitir sensaciones táctiles y olfativas y contagiar el placer de cocinar en el espectador.
Un silencio que permite “escuchar lo que los ingredientes tienen que decir”, en palabras de Pierre Gagnaire, director gastronómico del film (quien también interpreta un papel en la película), entender los ritmos de cada uno de ellos, comprender lo que requieren. A este respecto Juliette Binoche comentaba en la misma rueda de prensa cómo el director le pedía constantemente que fuese más despacio en sus escenas de cocina, “de lo que surgía una relación muy especial con los ingredientes. Debíamos ser en todo momento conscientes de lo que estábamos haciendo, de tal modo que el espíritu penetrase en la materia para que después esa materia se elevase al espíritu”. Abundando en el tema de transmitir sensaciones, pero de un modo más “terrenal”, Tran Ahn Hung mencionaba lo bien que masticaba una de sus actrices en pantalla “porque masticar correctamente era importante para que el espectador también quisiera probar eso”.
A fuego lento es, en definitiva, una película de amor que se manifiesta a través de platos más que de palabras, el que se resiste a concretarse entre los dos personajes principales y también el que ambos experimentan por la cocina. Y es asimismo, tal como apuntaba Juliette Binoche, un “film más feminista de lo que parece” y una “emocionante carta de amor de Tran Anh Hung a Francia, a los aspectos más refinados de la cultura francesa, y un himno a la belleza, a la vida y al amor. La naturaleza es muy generosa y lo que hacemos es trabajar con ella. Podemos elegir protegerla para crear aún más belleza, y cocinar es una forma de creación. Nos transforma y nos da la energía para vivir”.
“La innovación en el ámbito culinario no solo transforma la forma en que producimos y consumimos alimentos, sino que también moldea un futuro más sostenible, saludable y delicioso para todos” recalcaba Nahuel Pazos, chef investigador en BCC Innovation, durante el II. Foro de Tendencias Gastronómicas Gentleman Gourmet.
La gastronomía es un motor de cambio positivo, y desde esa visión, Nahuel Pazos, desgranó la actividad y valores detrás del centro tecnológico y algunos de los proyectos en los que han participado. Explicó también a los y las asistentes el papel crucial de la innovación en la industria alimentaria.
El encuentro celebrado el 25 de septiembre en la Ciudad de México reunió a protagonistas de la industria gastronómica internacional quienes compartieron nuevas ideas y replantearon aquellos conceptos que rodean al sector.
Los grandes chefs en segundo plano, casi fuera de foco. La aprendiz en el centro, apropiándose del punto de vista. Por una vez, la mirada va de abajo arriba y no al revés, se proyecta desde el punto de partida hacia muchas posibles llegadas, todas ellas inciertas. Melanie Liebheit y Gereon Wetzel, directores del documental She Chef, que se presenta en la sección Culinary Zinema del Festival de San Sebastián, afirman de su película que se trata de un trabajo que quiere ir más allá del “hype” de los grandes nombres del panorama internacional para sumergirse en su lugar en el interior de los restaurantes y buscar en sus recovecos otro tipo de historia menos conocida para el gran público: la de los stagiers que hacen posible que los establecimientos de fine dining puedan mantener abiertas sus puertas.
La elegida en este caso es Agnes Karrasch, una joven cocinera austríaca que, tras convertirse en la primera y única mujer en ganar la Copa del Mundo Culinaria junto al equipo de su país, totalmente compuesto por hombres a excepción de ella misma, se embarca en un periplo por distintos restaurantes europeos de primer nivel para continuar con su formación y tratar de decidir por el camino qué es lo que quiere hacer con su futuro, tanto profesional como personal.
El documental tiene la voluntad de dejar que la vida pase ante la cámara sin intervenir demasiado, lo que se convierte en su principal virtud, aunque también lo lleva a no apuntar directamente a ciertos temas que podrían haberse puesto sobre la mesa. De este modo, acompañamos a Agnes en su ruta desde Austria hasta Alemania, donde trabajará en el restaurante Vendôme, de ahí a Disfrutar, en Barcelona, y posteriormente a Koks, en las Islas Feroe. Asistimos, casi en condición de voyeurs, a las rutinas de la aprendiz, a sus charlas en la cocina con los compañeros mientras pican, cortan, preparan fondos, limpian pescados o despedazan reses, mientras aprenden a “bailar” en cocinas angostas y se ajustan a las coreografías más adecuadas a cada espacio en el momento del pase, mientras escuchan los consejos, los halagos o las reprimendas de los chefs. Vemos a Agnes deambular de un país a otro, de una cocina a otra, adaptarse a los nuevos estilos de cocina, los nuevos productos, las diferentes culturas, para luego dejarlos atrás, tratando de acumular el conocimiento y el currículum suficiente como para, en el futuro, ser capaz de abrir su propio negocio.
Pero, a pesar de lo que su título pueda sugerir, en She Chef no hay demasiado espacio para la reivindicación explícita de las dificultades que las mujeres encuentran en el mundo de la alta gastronomía. Tan solo en un momento, durante una charla después del pase con sus colegas, Agnes se permite decir que si sueña con tener su propio restaurante es porque no es posible ser madre y empleada al mismo tiempo: convertirse en empresaria, en dueña de su propio negocio, es para ella la única manera de poder compaginar maternidad y pasión por el oficio: “Nunca dejaré la cocina, tendrán que sacarme”, llega a declarar. Y el discurso sobre la ausencia de mujeres en la cocina y de sus dificultades para progresar en el oficio, en lugar de pronunciarse, se muestra: en la mayor parte de la película Agnes trabaja sobre un trasfondo de siluetas casi en su totalidad masculinas.
Sí hay algún comentario más afilado sobre los horarios que todavía exigen muchos restaurantes de fine dining a sus aprendices: “En un restaurante normal trabajas ocho horas, pero te frustra el nivel culinario. Y en la alta cocina te realizas, pero no tienes vida”. El sueño compartido de los jóvenes cocineros que desfilan por la pantalla es levantar un proyecto en el que los horarios sean normales y los trabajadores puedan disfrutar tanto del trabajo como de su vida personal, que abra solo por la noche, que no preste atención a intolerancias y demás motivos de modificación (e irritación)… y que mantenga los niveles de creatividad y de adrenalina en el servicio al que todos parecen ser adictos.
En cualquier caso, She Chef opta por no profundizar en las cuestiones más peliagudas del mundo stagier y elige poner el peso en lo personal: en la sensación de incertidumbre y provisionalidad de una vida que, al menos durante esta exigente etapa de formación, consiste en estar siempre haciendo y deshaciendo maletas y mochilas (tiritas y gasas siempre incluidas, por si los gajes del oficio,), en establecer nuevas amistades para después dejarlas atrás, quizá para siempre, e ir en busca de otras caras, otras relaciones, en aprender idiomas ajenos que nunca se terminan de entender del todo… en tratar de paliar la frustración que todo esto provoca. En dudar de las propias capacidades y tener miedo a no estar a la altura, en disfrutar después de la satisfacción de que alguien te diga que sí, que vales para esto. También en dejar que los hallazgos del camino (y también los accidentes: una pandemia, pongamos por ejemplo) vayan transformando los sueños con los que comenzó el viaje, incluso sustituyéndolos por otros más sólidos. En sopesar, finalmente, las opciones y tratar de no equivocarse ni decepcionar a nadie al elegir una de ellas, que quizá cierre la puerta para siempre a todas las demás. En cocinar, digamos, en vivir.